31/05/2025
Esta exposición es una muestra de más de 50 años de pintura que reflejan mis entornos biográficos, entre el mundo rural -pequeño- y la gran ciudad -gigantesca-. Mi madre era de Zabaldika y mi padre de Lakar, y siempre he mantenido un vínculo especial con este pueblo, en el que pasaba muchos veranos de mi infancia.
Para un niño de ciudad, esos encuentros con el mundo rural y los animales domésticos -caballos, mulos, yeguas, bueyes, cabras, ovejas…- era fascinante. Aprendí a apreciar la belleza de lo humilde, la belleza de la tierra, de las grietas y de lo viejo. Los rostros curtidos de las gentes del campo, las manos de los labradores, las casas de nuestros pueblos, los aperos. La belleza de lo que ignora que es bello.
Puedo decir que en Lakar me hice pintor, y por eso tengo mi estudio aquí. Al mismo tiempo, siempre sentí una gran atracción por la gran ciudad: sus grandes edificios, sus fábricas, la soledad entre la muchedumbre. Esta exposición representa la unión de estos dos mundos.
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